16 de abril de 2021

La II Segunda República Española.


   Anteayer, el 14, se conmemoró el nonagésimo aniversario de la II República Española, que derrocó a la monarquía de modo pacífico y sin derramamiento de sangre. Dos días antes, en las elecciones municipales, los partidos republicanos habían ganado las elecciones, que resultó ser un verdadero plebiscito a la monarquía. Un poco por todas partes, el nuevo regímen fue siendo reconocido, desde Galicia, a Cataluña, hasta, finalmente, Madrid, forzando indirectamente al Rey a exiliarse. Hasta entonces, la monarquía de Alfonso XIII estaba fragilizada por dos dictaturas, de Primo de Rivera, primero, y de Dámaso Berenguer y Juan Bautista Aznar, después.

   La II República intentó recuperar el país del parón económico, modernizarlo, transformarlo en una sociedad más justa e igualitaria. Se aprobó una nueva Constitución, de 1931, tras las elecciones generales de 1931, donde se establecía a España como una "República democrática". La Iglesia se quedó separada del Estado; las mujeres, después de un amplio debate, lograron el derecho de voto en igualdad a los hombres; el castellano fue consagrado como el idioma del Estado, pero se permitió que las leyes del Estado reconocieran los idiomas regionales; por fin, la organización del Estado determinó su integralidad. Fue una Constitución de inspiración socialcomunista, cuyo objetivo sería transformar a España en una sociedad sin clases.


Proclamación de la II República Española (1931)


  Sus opositores defienden que la II República fue inestable; que se sucedieron gobiernos, que hubo crisis políticas que conducieron al país a la guerra civil. La verdad es que la conjuntura internacional era profundamente desfavorable en todos los países europeos. Portugal tuvo una profunda inestabilidad política y social unos años antes, lo mismo se puede decir de Italia, o Alemania. Aquellos tiempos fueron de extremismos, del surgimiento de un populismo demagógico en el que se alzaron los fascismos y sus corrientes ideologicamente hermanas, de las que podemos destacar el nacionalcatolicismo franquista. El problema de la inestabilidad no yace en la República, sino en los tiempos convulsos que han marcado las primeras décadas del siglo XX. Además, no es cierto que haya sido la convulsión políticosocial de la II República a desembocar en una dictadura. En Italia, Mussolini llegó al poder con la complicidad del rey, y en Portugal, todavía en los tiempos de la monarquía, el rey ha patrocinado una dictadura (Carlos I y João Franco).

   Fueron las ideas democráticas las que han fracasado en favor de los regímenes tiránicos, hasta, en la península, los años 70 del siglo pasado.

1 comentário:

  1. Extremamente interessante. Um capítulo da história espanhola que nos escapa muitas vezes a nós portugueses.

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