7 de junho de 2021

La Casa de los Espíritus.


   He terminado en este momento el libro que me ocupó las últimas semanas. Obra más conocida de Isabel Allende, La Casa de los Espíritus es una ficción ambientada aparentemente en el Chile del siglo XX, lo que incluye los períodos de democracia y dictadura, después del golpe del general Pinochet. El nombre del país y los nombres de los protagonistas políticos jamás son mencionados, pero suponemos que Allende se refiere a Chile.

  Hay un misticismo que acompaña la existencia de Clara, un personaje decisivo en la narrativa, principal protagonista de la obra. Clara, con su capacidad visionaria, contacta con los espíritus e imprime a la historia su carácter realista mágico y fantasioso.

  Allende hizo un abordaje al Chile de aquellos tempos, e identifiqué semejanzas de fondo con el libro que leí antes de este en la crítica social y política. La Casa de los Espíritus es un cuento de desigualdad social e injusticia, menosprecio y violencia, supremacismo y subyugación, con fragmentos de excentricidad.

  El encuadramiento político y social es imprescindible para sustentar la narrativa. La fortuna de Esteban Trueba tiene su origen en la explotación de los nativos en el pasado, aunque él haya trabajado para rehacerla después de la pérdida provocada por una mala gestión. Lo mismo se puede decir de los sufrimientos por los que han pasado Pedro Tercero García, Jaime, Amanda, Alba o incluso Esteban García, producto de la violación, del rencor. Como Allende ha explicado en el final, hay una sucesión de “eslabones” en una cadena de hechos. Allende, a mi parecer, no se apoderó del destino de sus personajes. El tiempo, y este libro atraviesa prácticamente un siglo, construye y merma a los malos, da a los buenos su puesto de héroes, pero sorprendentemente, quizás por haber sido escrito en 1981, no nos da esperanza.

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